Todas las historias tienen un principio. Así comienza la mía.
Hay frases que se nos quedan grabadas, que repetimos como mantra, una y otra vez, hasta que cobran sentido.
Eleanor Roosevelt decía: ‘El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños». Y yo, con lo a gusto que estaba en mi zona de confort, volví a leerla. Así hasta que me convencí.
Siempre he sido de soñar mucho, aunque me cuesta un poco trasladar esos sueños a la realidad. El miedo, la incertidumbre, supongo. Aun así, sabía que no estaba en el camino correcto. Sin todavía haber tomado una decisión, empecé a imaginármelo, a pensar en un nombre, porque otra cosa no, pero a entusiasta no me gana nadie.
«Suena bien», fue lo primero que saqué en conclusión. Cumplía todos mis requisitos y, además, contaba una historia. El famoso ‘storytelling’ que tantas veces hemos escuchado nombrar en marketing. Mi historia y la de muchos. Y ahí fue cuando todo empezó a coger forma. Y yo solo necesito que esto ocurra para ponerme manos a la obra.
La formación es esencial, te dediques a lo que te dediques, la experiencia también, pero todos hemos empezado en algo que resultaba ser nuevo, todos hemos tenido esa primera vez; todos hemos sentido ese síndrome del impostor, no importa cuánto estudies, cuánto te prepares, lo que te esfuerces; todos hemos tenido que demostrar lo que valíamos, sobre todo, cuando no nos respaldaba una trayectoria. Creo que ese es un punto de inflexión, cuando te das cuenta de que eres capaz de hacerlo.
Tú, que también sueñas a lo grande, que sepas que también hay sitio para ti ahí fuera.
Palabra de Eleanor.